Escuela Normal, ¡Garra y Pasión!

La E.N.S."V.V." inicia otra década de éxitos en Paso de los Libres – Ctes – Arg.

Archive for the ‘PERSONAJES DEL DEPORTE’ Category

¿Porqué son los mejores?

Delbonis superó a Federer y se convirtió en finalista del ATP de Hamburgo

Posted by Profe Martinelli en 20 julio 2013

Extraído de http://www.telam.com.ar/notas/201307/25611-federer-sobre-delbonis-fue-un-poquito-mas-agresivo-y-merecio-ganar.php

ATP DE HAMBURGO

Federer: «Delbonis fue un poquito más agresivo y mereció ganar»

El tenista suizo, ex número uno del mundo, felicitó al argentino tras caer en las semifinales del ATP de Hamburgo, encuentro al que calificó de “muy difícil”, y sostuvo además que la clave fue que Delbonis supo mantener la calma.

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Tenistas

Posted by Profe Martinelli en 29 septiembre 2008

Gabriela Sabatini

Lugar de Nacimiento: Buenos Aires (Argentina)

 

Biografia de Gabriela Sabatini

Gabriela Sabatini nacio el 16 de mayo de 1970 en Buenos Aires. Es una jugadora de tenis argentina. La consideran una de las mejores tenistas sudamericana.

En el año 1970 se convirtio en la participante mas joven en una semifinal individual del Grand Slam, al clasificarse para tal ronda del Torneo de Roland Garros cuando solo tenia con 15 años.
Obtuvo sus primeros grandes exitos en el año 1988, cuando logro la medalla de plata de los Juegos Olimpicos de Seul y obtuvo el triunfo en el Masters. En esta ultima competicion se impuso tambien en el año 1994 y fue finalista en 1987 y 1990.

En 1990 gano en el Abierto de Estados Unidos, transformandose en la primera mujer argentina que vencia en un torneo del Grand Slam y la tercera mujer sudamericana que lo lograba desde la chilena Anita Lizana y la brasileña Maria Ester Audion Bueno.
A fines de 1995, Gabriela Sabatini ya tenia ganado mas de 600 partidos y se encontraba en la tercera posicion en la clasificacion mundial. En su historial deportivo tambien se incluye una victoria, en 1988, en la modalidad de dobles (formando pareja con la alemana Steffi Graf) en Wimbledon, torneo en el que tambien alcanzo la final individual en 1991.

Obtuvo 27 Titulos Oficiales. Estos son:

1985: Tokyo, Abierto japones
1986: Abierto argentino
1987: Brighton, Pan Pacific, Abierto argentino
1988: WTA Tour Championships, Boca Raton, Roma, Abierto canadiense
1989: Miami, Amelia Island, Rome, Filderstadt
1990: US Open, Boca Raton
1991: Pan Pacific, Boca Raton, Hilton Head, Amelia Island, Rome
1992: Sydney, Pan Pacific, Hilton Head, Amelia Island, Rome 1994: WTA Tour Championships
1995: Sydney

 

 

Fotos de Gabriela

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Futbolistas

Posted by Profe Martinelli en 29 septiembre 2008

Alfredo Distéfano nació en el barrio de Barracas, en Buenos Aires, Argentina, el 4 de julio de 1926.

En sus comienzos en Ríver Plate lo llamaron «El alemán», sobrenombre que después el fútbol todo lo cambió por el de «La saeta rubia».

Comenzó en Ríver en 1945, jugó un solo partido y pasó al Club Atlético Huracán donde jugó en 1946, en 25 partidos, y anotó 10 goles.

Volvió a Ríver y se desempeñó durante las temporadas de 1947, 1948 y 1949. Totalizó en el fútbol argentino 91 partidos jugados y 60 tantos . Y perteneció al equipo que logró el Campeonato de 1947.

Ese mismo año, integrando la Selección Argentina, logran el Campeonato Sudamericano de Guayaquil.

En 1949 debutó en Millonarios de Medellín, en Colombia, integrando el equipo (con una delantera totalmente argentina, entre ellos Pedernera, Báez, Reyes, Mourín) que logró los campeonatos de 1949, 1951 y 1952, marcando en total 259 goles.

En 1953 dejó Colombia, fue transferido a España y el 23 de septiembre comenzó a jugar para el Real Madrid donde estuvo hasta 1964. Intervino en 510 encuentros y logró 418 goles. Con este equipo, logró los campeonatos de 1953/54, 1954/55, 1956/57, 1957/58, 1960/61, 1961/62, 1962/63 y 1963/64. Ocho campeonatos en total, y en cinco de ellos Alfredo Distéfano fue el goleador.

Participó en 31 partidos integrando la Selección española de fútbol y marcó 23 tantos (Entre 1957 y 1962).

En 1964 pasó a Español de Barcelona, donde jugó hasta 1966, año en que se retiró del fútbol profesional.

Volvió a Argentina y fue Técnico, entrenando al Boca Juniors Campeón de 1969 y de Ríver Plate, Campeón en 1981

Fuente Consultada: Red Argentina de Deporte

 

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Boxeadores

Posted by Profe Martinelli en 25 septiembre 2008

El boxeador más guapo se bebió la vida de un sorbo

Fue uno de los campeones mundiales más explosivos que tuvo la Argentina, el que despreció el riesgo y cambió golpe por golpe en la década del ’70. Su debilidad por los autos terminó resultando fatal.

Por Daniel Guiñazú
Victor Emilio Galindez.
No trepó a las alturas de grandeza a las que llegaron Pascualito y Monzón. No lo abrazó el cariño de las multitudes que amaron a Nicolino. Pero es imposible no citarlo cuando desde el recuerdo se convoca a los mejores campeones mundiales del boxeo argentino. Si lo más selecto del deporte nacional pudiera condensarse en un álbum de imágenes, no habría dudas: la de Víctor Emilio Galíndez contándole los diez del nocaut irreversible a Richie Kates, el 22 de mayo de 1976, sobre el ring del Rand Stadium de Johannesburgo figuraría en esa colección cálida, legado emotivo de una generación a la otra.
Ese Galíndez bravo e indomable, su sangre de guerrero derramada sobre la camisa del árbitro Stanley
Christodoulou, su coraje impar que exigió de Ricardo Arias por Radio Splendid uno de los relatos más fabulosos que se hayan escuchado en la radiofonía deportiva de la Argentina, deberán ser evocados pasado mañana, cuando se cumplan 25 años de su estúpida muerte, el domingo 26 de octubre de 1980. Ese día, Galíndez hizo su debut como acompañante de Antonio Lizeviche en la carrera de Turismo de Carretera que se disputaba en 25 de Mayo, en la provincia de Buenos Aires. Y el auto fuera de control de Marcial Feijoo los mató a los dos, cuando el Dodge de Lizeviche había quedado fuera de competencia y piloto y copiloto volvían a los boxes caminando al costado del camino, en sentido contrario al de los autos. Tenía 31 años, nada más, Galíndez (cumplía 32 el 2 de noviembre) cuando la muerte se le vino encima tan de repente.
Fue ese desprecio por el peligro, ese poner el cuerpo sin medir las consecuencias, lo que hizo a Galíndez diferente a los demás. Desde que Horacio García le enseñó en su gimnasio de Tigre los palotes del pugilismo, desde que Oscar Casanovas lo tomó a su cargo para pulirlo y hacerle entender que el boxeo era bastante más que ir hacia adelante dando y recibiendo, desde el día en que llegó al gimnasio del Luna con un Fiat 600 tapizado en piel de leopardo, Galíndez se sintió capaz de desafiar cualquier límite con su cuerpo cargado de futuro. En 1974, Tito Lectoure quiso suspender su pelea con Len Hutchins por el título mundial de los mediopesados cuando se enteró de que había tenido un duro accidente de tránsito en Morón y que había salido con cortes en el rostro y un tobillo a la miseria. Todo vendado, Galíndez fue hasta el despacho de Tito y no se marchó hasta conseguir la promesa de que el combate, sí o sí, iba a disputarse en la fecha prevista, el 7 de diciembre. Esa noche, maltrecho y lleno de dolores, subió al ring y no defraudó a nadie, ni a él mismo. Lo molió a palos a Hutchins, le ganó por abandono en el 13º asalto y pasó a la historia como el primer campeón del mundo consagrado en Corrientes y Bouchard.
Si su principal fortaleza era, precisamente, su fortaleza, su principal debilidad eran los autos, las mujeres y las gaseosas. Entre 1974 y 1980, se dio todos los gustos: cambió 21 veces de rodado. Y en esos años vivió tanto de día como de noche, siempre rodeado de las mejores compañías femeninas, imantadas por su fama, su dinero, su simpatía personal. El problema era su sed. Galíndez ardía por dentro, siempre quería tomar algo fresco. Una vez, en 1978, Víctor y Guillermo Vilas coincidieron en la apertura de un boliche bailable en Bariloche. Vilas, fanático del boxeo, quiso aproximarse al campeón del mundo para conversar un rato, pero era tanta la gente que lo rodeaba y se sacaba fotos con él, que optó por dejarle un mensaje seco, lacónico. Decía: “Largá la Coca-Cola que te está matando”.
Esa lucha desigual contra la balanza, la cada vez mayor imposibilidad de ceñir su cuerpo moreno dentro de los 79,378 kilos, límite de los mediopesados, fueron, acaso, lo que terminó extinguiendo las mejores energías del Galíndez campeón del mundo. El primero, el que arrasó a Pierre Fourie en su propio patio de Johannesburgo, el que le ganó bien a Jorge “Aconcagua” Ahumada en el Madison de Nueva York la noche del 30 de junio de 1975 cuando dos argentinos disputaron por primera vez un título mundial, el que acabó con Kates horas después de que Ringo Bonavena muriera asesinado a las puertas del Mustang Ranch de Reno, Nevada, poco y nada tuvo que ver con el último, el que derrotó a Kates en el desquite, dos veces a Alvaro Yaqui López y una a Eddie Gregory. Aquel Galíndez impetuoso, vital y desbordante le cedió paso a otro Galíndez, especulativo, que hacía lo mínimo indispensable para retener la corona, porque no le sobraba rollo en el carretel. Cuando en 1978, Mike Rossman le dio una paliza en Nueva Orleans y le quitó el título, Víctor ya estaba harto del boxeo, de las privaciones y de tener que pesarse desnudo. Casi todos los entrenadores se habían hartado de él.
En 1979, un ardid de Lectoure lo salvó, en Las Vegas, de otro papelón. Tito adujo un desacuerdo con los jurados que el estado de Nevada había designado, y lo retiró del ring un minuto antes de comenzar la pelea, con la televisión de los Estados Unidos emitiendo en vivo a todo el mundo. La verdad se conoció mucho después: Galíndez estaba exhausto por el esfuerzo de dar la categoría, e iba en camino de una derrota peor aun que la primera. La preparación no se interrumpió. Y dos meses más tarde, puesto ahora sí como un violín, la familia Galíndez hizo doblete: Víctor ganó por abandono en el 9º round y se convirtió en el primer campeón mediopesado que recuperó la corona. Sus hermanos, con el inseparable Roberto a la cabeza, les pegaron a los Rossman arriba y abajo del ring del Superdomo de Nueva Orleans.
Ese segundo reinado duró lo mismo que la nada. El 30 de noviembre, en la primera defensa, con José “Cacho” Steinberg y Carlos Monzón como managers en lugar de Tito Lectoure, y con don Amílcar Brusa en el rincón tratando de poner orden en medio del desorden, Marvin Johnson lo noqueó en 10 rounds y le rompió la mandíbula. Siete meses más tarde, el 14 de junio, hizo su última pelea: con poco más de 86 kilos, perdió con Jesse Burnett en Anaheim. Dos meses después, la muerte se le cruzó en el camino.
Al igual que su amado Ringo Bonavena, Víctor Galíndez se bebió la vida de un sorbo. A los 31 años, había ido y había vuelto; no había tenido nada y lo había conseguido todo. No tiene sentido, a un cuarto de siglo de su muerte idiota y prematura, preguntarse hasta dónde hubiera podido llegar si se hubiera cuidado, si hubiera sido más profesional y responsable, si no se hubiera dejado tentar por la noche porteña. Le tocó ser campeón en la misma época que Monzón y eso, quizá, pudo haberle restado brillo a sus merecimientos. Pero Galíndez fue Galíndez a su manera y es así como entró en la historia y como debe rememorárselo. De última hizo un milagro: su llegada triunfal a la Argentina en 1976, después de la célebre victoria ante Kates, montado en una autobomba, con miles de personas dándole la bienvenida a lo largo de la avenida Corrientes y con el Luna repleto a las cuatro de la tarde de un día de semana, fue la primera manifestación popular que debió tolerar la dictadura militar en pleno centro de Buenos Aires, dos meses después del tenebroso golpe del 24 de marzo. Para eso, en esos tiempos, había que ser muy guapo. Y Galíndez lo era, más que todos juntos.

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Automovilistas

Posted by Profe Martinelli en 25 septiembre 2008

Juan Manuel Fangio (1911-1995), piloto argentino de automovilismo, considerado uno de los mejores conductores de todos los tiempos. A lo largo de su carrera ganó cinco ediciones del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 (1951, 1954, 1955, 1956 y 1957); tal récord de triunfos se mantuvo hasta 2003, cuando fue superado por el alemán Michael Schumacher.

artículo extraido de  http://es.encarta.msn.com/encyclopedia_961519931/Juan_Manuel_Fangio.html

   

Inicios de su trayectoria

Nació el 24 de junio de 1911 en Balcarce (Buenos Aires). Su afición por el mundo del motor data de 1927, año en que empezó a trabajar en un taller mecánico. Comenzó a competir en 1934, contra los deseos de sus padres, en distintas pruebas nacionales de la categoría de turismos de carretera (que se disputaban sin cortar el tráfico). Su entusiasmo y entrega eran tales que, en 1939, algunos familiares suyos, así como vecinos de su localidad natal, hicieron una colecta y consiguieron reunir el dinero suficiente para comprarle un Chevrolet. Ganó una etapa de una prueba nacional, se impuso en los 1.000 kilómetros de Argentina y se proclamó campeón de su país durante dos años consecutivos. Fue relativamente poco conocido en la alta competición internacional hasta finales de la década de 1940. Tras cumplir 38 años de edad se compró su primer Maserati. Sus posteriores actuaciones le sirvieron para ingresar, en 1950, en la escudería Alfa Romeo.

   

Sus grandes éxitos

En la primera edición del Campeonato del Mundo, disputada en 1950, logró imponerse en tres grandes premios y acabar en el segundo lugar de la clasificación de pilotos, tras el italiano Giuseppe Farina. En 1951 consiguió proclamarse por vez primera campeón del mundo. Durante las dos temporadas siguientes (que dominó Alberto Ascari) corrió con Ferrari, BRM y Maserati. En 1953 sufrió un grave accidente en el circuito de Monza, que le cortó la temporada. En 1954, corriendo para Maserati y Mercedes, Fangio conquistó su segundo título del Campeonato del Mundo. De forma consecutiva llegarían el tercero (en 1955, con Mercedes-Benz), el cuarto (en 1956, pilotando para Lancia-Ferrari) y el quinto (en 1957, al volante, de nuevo, de un Maserati). Su principal rival en la consecución de estos tres últimos triunfos fue el británico Stirling Crauford Moss, que secundó a Fangio en la clasificación de pilotos de aquellas tres temporadas.

Se retiró de la competición en 1958, con 47 años de edad. Había participado en 51 grandes premios de Fórmula 1, logrando 24 victorias y subiendo al podio en 35 ocasiones. A lo largo de su trayectoria también participó en pruebas de resistencia, como las Mille Miglia y la Targa Florio. Fue un corredor excepcional, famoso por saber extraer el máximo rendimiento de sus máquinas (llegó a ser segundo en las Mille Miglia de 1953, a pesar de haber perdido una rueda delantera). En Argentina fue considerado un héroe nacional y, tras su retirada, representó los intereses de Mercedes-Benz en su país. Falleció el 17 de julio de 1995 y el presidente de la República, Carlos Menem, decidió que sus restos mortales fueran velados en la Casa Rosada.

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Velocistas

Posted by Profe Martinelli en 25 septiembre 2008

Noemí Simonetto Nació en Buenos Aires en 1926 y llegó a estar entre las mejores atletas del ranking mundial en las temporadas 1945–1946. Precisamente en 1945 fue primera en los 80 metros con vallas (11.5) y en salto en largo (5.76) y quinta en salto en alto (1.55). Un año más tarde fue tercera en 80 metros con vallas, cuarta en alto, y séptima en largo (5.64). Su gran hazaña fue la obtención de la medalla de plata en salto en largo en los Juegos Olímpicos de Londres 48, con un registro de 5.60. Es una de las tres mujeres argentinas que conquistaron una medalla –todas plateadas– en los Juegos Olímpicos y la atleta que logró la mayor cantidad de galardones en los Sudamericanos: 11 títulos, 3 medallas de plata y 3 de bronce (un total de 17). Obtuvo además veintiún títulos nacionales absolutos, cifra sólo superada –entre las mujeres– por Olga Conte en la última década. Nunca pudo retirarse de este deporte, ya que posteriormente se volcó a tareas dirigenciales en el Comité Olímpico Argentino y en la Federación Atlética Metropolitana.

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Maratonistas

Posted by Profe Martinelli en 25 septiembre 2008

Delfo Cabrera
Nació en 1919 en Armstrong, Provincia de Santa Fe. Desde joven le interesó la actividad deportiva, y comenzó a practicar las pruebas de fondo y maratón. En 1933 fue segundo en la maratón de su pueblo natal. En 1940 se convirtió en campeón argentino de 1.500 metros llanos en Rosario. Un año después obtuvo el mismo título en 3.000 metros y en 1942 repitió la hazaña en los 5.000 metros. En 1946 alcanzó el primer lugar en el campeonato argentino de 10.000 metros (triunfo que repitió al año siguiente) y el segundo, en 3.000 metros. En 1947 se consagró subcampeón sudamericano en 10.000 metros. Un 7 de agosto de 1948 intervino en la Maratón de los Juegos Olímpicos de Londres, alcanzando la medalla de oro al superar al belga Gally en los últimos metros. Empleó 2 horas, 34 minutos, 51 segundos 6/10 en recorrer los 42.195 metros, derrotando a los 41 participantes restantes. En 1951 fue vencedor en los primeros Juegos Panamericanos, efectuados en la Argentina.
A lo largo de su vida, Cabrera corrió alrededor de 300 carreras y ganó más de 250. Se retiró de la actividad atlética a los treinta y cinco años, pero siguió asociado a ella a través de su labor de instructor en diversos institutos consagrados a esta actividad deportiva. Falleció en 1981 en Alberti, Provincia de Buenos Aires.

Juan Carlos Zabala

Nació en 1911 en Buenos Aires y desde muy joven fue guiado por el entrenador Alejandro Stirling, quien lo llevó a Europa. Su debut como maratonista fue en Kosice (actual República Eslovaca) en 1931, ganando con un tiempo de 2:33:19.
En su corto paso por las pistas argentinas fue campeón nacional de 3.000 y 5.000 metros llanos en 1929 y 1930. Fue luego campeón sudamericano de 10.000 metros en Buenos Aires en 1931, donde también llegó segundo en los 5.000 metros. Había debutado en los sudamericanos con apenas 18 años, ocupando el quinto puesto en los 5.000 metros.
Su mayor logro deportivo fue la conquista de la Maratón de Los Angeles (Estados Unidos), el 7 de agosto de 1932. Allí batió el récord olímpico con un registro de 2 horas, 31 minutos y 36 segundos, y se constituyó en el campeón más joven de la historia para esta distancia, logro que se mantiene hasta hoy en día. Junto a Delfo Cabrera son los únicos atletas argentinos que obtuvieron el título de campeones olímpicos.
En 1936, meses antes de los juegos de Berlín, estableció el récord mundial de una distancia no clásica: los 20.000 metros, con 1 hora, 4 minutos y 2 décimas.
Murió en 1983, a los 71 años de edad, en la Argentina.

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María Inés Mato / nadadora argentina

Posted by Profe Martinelli en 24 May 2008

    ¿Quién es María Inés Mato?

    Soy Argentina, con doble nacionalidad española, nacida en Buenos Aires el 3 de marzo de 1965, es decir justo 36 años antes de haber cruzado a nado el canal de Beagle. Vivo en el barrio de Floresta, en la ciudad de Buenos Aires.

    Desde que me dediqué con entusiasmo y conciencia a la natación de aguas abiertas, estoy cursando mis últimas materias en la carrera de Letras, en la Universidad de Buenos Aires, donde además soy docente de la materia de Semiología del CBC de esa Universidad. (CBC, Ciclo Básico Común, es un paso previo obligatorio a la entrada en cada una de las facultades de la UBA) 
    ¿Cómo empezaste a nadar?

    En mi memoria, el aprendizaje de la natación estuvo ligado a una metáfora. Cuando la flotación ya no era un obstáculo sino una habilidad, me puse en movimiento gracias a estas palabras: «mové los brazos como si fueran unos molinos de viento». Esa imagen condensaba la mecánica del estilo crawl, y mucho más adelante comprendí que de alguna manera también escondía esa locura de la natación que algún día sería de aguas abiertas.

    Fue a los 6 años, y desde entonces significó una manera de avanzar en el agua, De reconocer la cualidad de la fluidez, y en estos últimos años, la experiencia de una acción que no busca nada, más allá que el propio sentimiento del agua.

    ¿Por qué nadar?

    Desde hace tiempo me doy cuenta que el presente va modificando el pasado. Es una experiencia taoísta. Nado por que el agua corre, se mueve. Creo también, que cuando voy al agua, a buscar nadando otras orillas, o muelles, o playas, o países, estoy viajando hacia mí …… por la ruta de adentro.

    En realidad, nado por las consecuencias, es decir por lo que sigue: por que cada frontera atravesada (distancia, tiempo, temperatura, adversidad) es un asombro y un crecimiento.

    ¿Por qué los raids?

    Va una cita de una novela de Eduardo Berti: «en un mundo sin aventuras ya no es posible ir a ninguna parte».

    Te propongo comenzar por el pasado…

    Bueno…… yo tengo una visión del pasado que tal vez no sea la misma que la tuya. Tengo muy internalizada esa idea, que creo que viene de los chinos, que sostiene que el presente va modificando el pasado. Y es cierto…

    Claro que es cierto. Yo parto de una noción occidental acerca del pasado, que incluye casi necesariamente el relato cronológico, además yo llevo a cuestas el peso de mi especialidad profesional…

    Yo ahora podría organizar un relato acerca de mi pasado, pero hace dos años ese relato era otro. Creo que eso es algo muy fuerte. Toda mi experiencia de natación de larga distancia que tiene que ver con todo un trabajo en el tiempo, con una experiencia del tiempo muy especial, del tiempo en relación con el dolor, con la fatiga, el tiempo necesario para ir de un punto a otro, a mí me ha reorganizado totalmente mi experiencia incluso de mi pasado. Pensando el pasado como algo abierto. Esa experiencia ha convertido mi pasado él algo abierto.

    En ese sentido ahora me doy cuenta de que cosas que he vivido deportivamente que creía que estaban orientadas hacia un determinado lugar. Para ser más concreta, yo entré en la actividad deportiva a raíz de tener una muy buena relación con el agua, por que me gustaba entrenar y por que quedé enganchada en cierta lógica competitiva convencional por que era lo que había, era la vía normal de transito de todo deportista. En función de ese camino ponerle un término, una clausura, por que en determinado momento de la vida el deporte ya pasó y hay que dedicarse a otras cosas. Hoy vengo a darme cuenta de que las cosas no eran así en realidad. Creo que yo nunca hice actividad deportiva por estas expectativas más convencionales y estandarizadas, como hacer desafíos, competir. Me di cuenta que lo que busco, que me interesa y motiva es justamente la idea de una experiencia de mundo muy intensa y muy distinta a todo.

    Parecería ser que al desafío implícito en cualquier actividad deportiva le adosas un sentido, un significado que transforma a la misma actividad.

    Para aclarar un poco podríamos definir algunos términos. Una cosa es la natación, otra es la natación en aguas abiertas. La natación es una práctica que desarrollas en función de algo esperable, recorrer 100 metros, 1000 metros, 1500 metros en un tiempo determinado. Todo está muy pautado. El mismo hecho deportivo está muy pautado, y está muy estabilizado el entrenamiento. Cuando estaba en ese mundo yo sentía que las cosas tal vez se podían hacer de otra manera, pero estaba muy metida en eso. Me asaltaban preguntas sobre el cómo, dónde, y el porqué entrenar. Eso es un tema

      Otro tema absolutamente diferente es la natación en aguas abiertas. Primero, el propio mapa de la actividad tiene lo que yo llamo sus subcontinentes. Por un lado está lo estrictamente competitivo que se acerca a eso normalizado y estabilizado, si bien tiene sus grandes diferencias. Estamos hablando de maratones internacionales de más de 25 km, con un circuito, un ranking. Luego vendría otro subcontinente, que no es competitivo por que son travesías de tipo individual, que contienen a los que se llaman eventos clásicos de las aguas abiertas, en primer lugar el Canal de la Mancha, después Manhattan, en tercer lugar está Gibraltar.

    No son competitivos en el sentido de que lo estás haciendo solo. Pero lo que se hace es construir una memoria, un libro de récords. Entonces se establece una competencia con los otros a través del tiempo. Son travesías que se rigen por el mismo reglamento competitivo de aguas abiertas. Son las travesías que construyeron el imaginario de las aguas abiertas, en el sentido de que las aguas abiertas nacen fundamentalmente con el cruce del Canal de la Mancha. Entonces hay un punto crucial, central, de lo que es aguas abiertas. Los grandes nadadores de aguas abiertas han hecho obligatoriamente el cruce del Canal de la Mancha. El gran revolucionario de la metodología de entrenamiento que es CUNCILMANN, norteamericano, cruzó el canal a los 60 años. Después están los lugares nuevos. En los que supuestamente nadie ha nadado.

    Esos tres continentes son lo que conforma el mundo de las aguas abiertas. Un nadador seguramente va a elegir la franja competitiva. Es profesional. Pero más allá de eso en algún momento va a buscar experiencia en alguno de los otros dos continentes. Por eso es un nadador diferente al nadador de pileta, que sólo tiene la meta de una prueba que ya está reglamentada y fijada. Pero además está la gran diferencia del entrenamiento. En realidad no hay una gran experiencia en el tema. En todo caso, se sigue la experiencia de los propios nadadores.

    Igualmente en ese subcontinente de la natación competitiva hay algo que está tendiendo a la normalización, a hacer maratones de solamente 25 km, no tan largos como el que hacemos acá en el Río Paraná; maratones que no se hacen en agua fría. Para ese tipo de competencia el fondista de los 1500 m es el nadador ideal. Pero no lo metas en aguas de menos de 16º por que no va a poder nadar, no lo metas en una distancia más larga por que no va a poder nadar. Todo eso tiene que ver con una lógica competitiva. Pero creo que son ciclos.

Cuerpo, entrenamiento y sensibilidad.

    Volviendo al tema del entrenamiento…

    Ahí está la gran diferencia, el eje del tema. No hay recetas. Lo que sí existen son maestros. Gente que ha tenido experiencia personal de la natación o es observador y hábil escucha de nadadores, que conoce métodos de entrenamiento «científicamente desarrollados» y que puede conocer al atleta, al nadador con el que está trabajando e integrar todo eso y desarrollar un plan de entrenamiento muy especial. Es lo que a mí me pasó con Claudio Plit. El fue cinco veces campeón del mundo de aguas abiertas. Lo hizo todo. Tuve dos años de entrenamiento muy directo con él. En el sentido de que él planificaba los entrenamientos, no me daba todos los contenidos de los entrenamientos, sino los volúmenes y yo les ponía los contenidos. El me daba volúmenes, intensidades y yo les ponía los contenidos. Tenía esa libertad para armarlos por que él vive en la ciudad de Mar del Plata y yo entrenaba aquí.

    El entrenamiento organizado consistía en un entrenamiento muy similar a cualquier tipo de natación, con la diferencia de que una vez por semana se hace lo que en la jerga de las aguas abiertas se llama «tiradas largas», sesiones de entrenamiento continuas entre 6 y 10 Km que se pueden hacer en pileta o saliendo en mar o río. Esos entrenamientos producen la sensación de nadar en el tiempo, como para poder bancar (aguantar) nadar 12 horas seguidas. Fisiológicamente no es necesario nadar más que eso. Otros opinan que sí. Otros hacen nadar en pileta 20 km. Fisiológicamente me parece que no sirve de nada y mentalmente te destruye. Ahí se abren las diferentes ramas y yo te hablo de mi maestro, que se construye como entrenador a partir de toda su experiencia y de conocer al mundo de todos los nadadores a través del tiempo y saber como están entrenando, tener la mejor bibliografía, nadar con el que está nadando y sostener que es lo que uno tiene que hacer.

    Yo entrené así un par de años. Después seguí con toda libertad para entrenar, en el sentido de que yo sabía como me tenía que manejar, con que intensidad. Me había comenzado a dar cuenta de que yo podía nadar mucho tiempo entrenando muy poco. Pero que en realidad, eso no tenía que ver con una omnipotencia, sino que yo podía compensar no entrenar mucho en el agua con un trabajo que se llamaría mental, aunque no sé que nombre darle, y que a mí me otorga una gran confianza en lo que vaya a hacer. Creo que para el que observa desde afuera puede interpretar que es algo rayano en la inconsciencia.

    Después de hacer el cruce del Canal de la Mancha estuve cinco meses sin nadar absolutamente nada. Eso ocurrió hacia fines de 1997 y llegaban los maratones que se hacen en el río Paraná en febrero de 1998, y a me invitaban insistentemente para nadar allí. Yo ya la había nadado una vez. Es el maratón mas larga del mundo, 88 km. Yo lo nadé en 11 hs. Como tenía un gran compromiso con esa gente, me dije «bueno….. que sé yo……. voy», sin pensarlo mucho. Con cinco meses sin nadar me tiré dos semanas antes a nadar, no podía nadar más de 2000 m.. y yo me tiré igual a nadarla y la hice en 11 hs. No podía entender que sucedía.

    A partir de ahí toda mi experiencia en aguas abiertas son puntos cruciales. Y vas descubriendo. Vas pasando zonas donde te das cuenta que están pasando otras cosas distintas a las que veías antes. Hay algo nuevo. Una puerta que se abre, por la que podés pasar, sin necesidad de todos esos sistemas de creencias. Por que en realidad son eso: sistemas de creencias. Son como mandatos que sostienen por ejemplo que para que nades 11 horas tenés que hacer tal y tal cosa, tenés que entrenar tanto volumen. Claro que tienen una lógica interna.

    Yo me iba dando cuenta de que tal vez no eran tan necesarios. Vuelvo a decirte que lo compensaba con trabajos de visualización, de relajación profunda, después empecé a hacer trabajos de meditación. Yo me daba cuenta de que era fundamental, ya sea en lo poco o en lo mucho que uno entrenara en la pileta como cuando nadara en aguas abiertas, mantener muy despierta mi sensibilidad, mis sentidos. Eso era fundamental. Conectarme con el agua y estar muy presente en ese momento con lo que estaba haciendo. Por supuesto, yo logro ya sea que nade mucho tiempo, desconectarme si ya nadé muchas horas, que no me pesen, así como desconectarme de lo que me falta hacer.

    Tenés que estar también conectada con tu cuerpo. Si soslayás lo que te ata a los entrenamientos pautados, ¿qué es lo que te dice que tenés que volver a los entrenamientos?

    Lo sentís. Justamente a eso algunos lo llaman «indicadores somáticos», que son los que te dicen: «esto lo tengo que hacer ahora o no», «ahora tengo que ir a nadar o tengo que descansar». Yo no soy consciente. Lo que he logrado es que esa decisión no pasara por la razón, por la cabeza. Yo siento que el cuerpo me está pidiendo ir a nadar, y cuanto tengo que nadar. Claro que me costó mucho tener confianza en eso. Uno viene de mucho tiempo de algo muy estructurado que dice que para hacer esto tenés que hacer aquello otro. Ahora tengo una gran confianza en lo que mi cuerpo me está diciendo

    Cuando voy a nadar y en la propia sesión de entrenamiento no sé lo que voy a nadar ni la intensidad. Nado cuatro piletas, 200 m, y ni sé si me conviene nadar largo o nadar a mayor intensidad. Ni siquiera eso, ni siquiera los contenidos y las intensidades. Bueno ….. yo lo hago así ….. me parece que es muy inteligente hacerlo así. Es muy inteligente vivir así.

    Como se compadece esto con una meta, un objetivo para cumplir, que te fijas por ejemplo para dentro de tres meses.

    Hay cosas que sigo cumpliendo. Dado todo este contexto de organización muy complejo, yo sé que necesito cortar de esa situación de conflicto dos semanas antes. Entonces yo voy esté todo solucionado o no. Como hice ahora en el cruce el Canal de Beagle. Antes de ir no sabía si estaban o no los pasajes. Yo tenía una fecha para hacer el Canal de Beagle. Pero hay dos semanas previas que son lo que se llamaría la puesta a punto en entrenamiento, ahí si, yo nado. Antes puedo sacrificar el nadar. Esas dos semanas estoy dedicada para nadar y no me preocupo por otras cosas y me concentro en lo que voy a hacer a los quince días. Estoy en un estado de concentración para eso. Y no me ocupo en lo que no se solucionó, en los problemas.

    Para el cruce del Canal de Beagle necesitaba hacer la puesta a punto para el agua fría …… no me daban los pasajes para Calafate, no me podía comunicar con la gente de Calafate …. y me fui igual. Me dije: voy al lago a nadar y ya veremos. ¡¡Fue así!!

    Esa era una condición necesaria para que yo haga el cruce del Canal.

    Para hacer cualquier travesía o maratón, para mí, todavía están esas condiciones necesarias, que tienen que ver con dedicarme absolutamente y focalizar toda mi energía y mi trabajo en la natación esos quince días antes, en esa puesta a punto.

    Todo lo demás aprendí a manejarlo así, a fluir con todas las situaciones, y cada vez tratar de hacerme menos problemas.

    Todo lo que contás me remite al tema de la memoria que se supone que tiene el cuerpo.

    Claro que el cuerpo tiene memoria.

    Para que el cuerpo tenga memoria tiene que haber pasado un tiempo, un registro. Cuando digo un tiempo no me refiero sólo a un tiempo de competición y entrenamiento del atleta, sino a un tiempo de vida del sujeto, me refiero a años vividos.

    Existen investigaciones serias que estudiaron eso. A través de los años de entrenamiento se cambia hasta la estructura genética. Eso se conoce. Además se está alargando la edad de los atletas, esos atletas no entrenan como los más jóvenes, su cuerpo no les da para entrenar tanto. Están capitalizando esa memoria. Todo esto abre toda una serie de líneas de investigación en entrenamiento deportivo. Es notable. El cuerpo integra la experiencia del entrenamiento físico pero además toda la elaboración mental que fuiste haciendo sobre tu propia experiencia, que es lo que va organizando la memoria. La memoria es una organización, no son solamente huellas aisladas. Toda memoria es un tipo de organización, la del cuerpo también. Tiene que ver con el sentido también.

Artículo extraído de http://www.efdeportes.com/efd35/mimato.htm

 

 

Posted in María Inés Mato - nadadora | 9 Comments »